UN LUGAR
UN LUGAR
Fernando Galeana Padilla.
Lo buscaba, varias direcciones, los recónditos nombres, los impensables, alrededor, abajo, en los subterráneos, arriba, en cada capa de la atmósfera.
Venía la idea de un terrible descubrimiento, de la más indeseable agresión contra sí mismo, de la absoluta ingenuidad de sentirse abandonado, de observar las catacumbas de un desierto.
La voz que habló provino desde el más profundo universo personal, algo que uno cree que crece sin la conexión con otros mundos.
Se levantó entre las ondas hertzianas, viajó en los más variados climas, permeó sobre las montañas lindos obstáculos que puso en cada período de recurrente egoísmo.
Ensayó a consecuencia de descubrirse en el error más auténtico de cualquier ser humano; estableció su propia raya para no pasarse de listo.
Comprendió, una especie de conversión a la auto tortura resolvió tal misterio, separó entre las fronteras asombrosas la revelación de tal sentido de realidad.
Conforme, en el tiempo respirado, abrió otra ventana, inhaló como si estuviera a punto de ahogarse: la verdad, la vida, todas las miradas pudo ver de frente.
Esa ventana era la única que no había explorado desde la tormenta galáctica de resentimientos: Se sintió empoderado de genuina nobleza y en el lugar hallado también fue perdonado.