QUÉ LO HACE DIFÍCIL
QUÉ LO HACE DIFÍCIL
Fernando Galeana Padilla.
Permíteme recrear en el salón de las expectativas donde no hay tesis suficientes sobre qué hacer, donde las golondrinas lloran, donde el arte imaginado me da acceso a la cultura.
Quiero un segundo en el tiempo que no hace caso, en el que no se convierte en una realidad cotidiana, donde eso ya no tiene el mismo significado.
Tengo unas preguntas que batallan para que les conteste, para comprender este momento, para saber.
Tengo la maldición de una información constante, inmediata, insensata, no sirve para tranquilizarme.
Escucha, tenme paciencia, aún tengo dudas sobre qué hacer, implementar mi propia explicación, dar a conocer mi circunstancia.
Alrededor hay reflejos, desencantos, descubrimientos, una vida miserable sacada de historias distópicas, repetidas en las redes, el exorcismo de todos los males.
Estoy cansado, alerta, con esos nervios que no aguantan otro cigarrillo, con la violenta determinación de ponerme a matar moscas, hormigas, cucarachas y un sinfín de insectos que antes si bien no toleraba, nos dábamos espacio.
Ya puedo hacerte caso, perdón por apagarte, requería respirar un buen rato sin noticias alarmistas, sin ruidos informativos, sin teléfono.
Sentarme y observar cómo aquello que pensé era la vida cambió para siempre, no hay región del mundo donde no se busque un frasco de esperanza.
Qué lo hace difícil, es adictivo, se agota inmediatamente al salir al mundo, se toma sin acatar las instrucciones, muy de prisa.