EL PLACER DEL COMENSAL
Un caldo de cuatete y camarones quita la duda de cualquier antojo culinario en una tarde de mayo con hambre.
El arroz indispensable acompañante costeño agrega al deleite de enérgico manjar la idiosincrasia a modo.
¿Quién soy con un taco en la mano? Esa masa, origen del tiempo, pueblo del codiciado maíz dorado.
Sudores del cuerpo expresan el sabor que se resbala en el placer de extensa geografía.
Una mesa llena de trozos coloridos ofrecen la abundancia acostumbrada en el sazón de cada antojo.
Multiétnica nación se encuentra en los guisos que se ofrecen, que se eligen, en el deleite de la diversidad que canta en su cultura.
Un caldo no solo es alimento, es un remolino experimentado a cucharadas, las voces, las historias, experiencias disueltas que activan paladar único.
Me reconozco en el sonreír que identifica el placer del comensal ante un platillo local, regional, servido en amoroso ritual de sabor universal.
GAPFER